¿Quieres rendirte? A veces es lo mejor que puedes hacer
- By Francis Nazar
- In Reflexión
- 0 comment
Si estás por rendirte, lo primero que quiero decirte es que te entiendo. No sé bien qué es lo que quieres dejar o a qué quieres renunciar, sin embargo, te entiendo.
Porque la verdad es que la vida no es fácil. Sí, podemos volverla más sencilla, pero tampoco es que es fácil.
La vida da mil vueltas, nos pide cambiar, adaptarnos, evolucionar, aprender, vencer miedos, salir de lo cómodo, arriesgarnos, ir más allá de las dudas, aclarar nuestras confusiones y mucho más.
Cuando creemos haber vencido un miedo o trauma del pasado, resulta que este vuelve a aparecer, asustándonos mientras se ríe, diciendo: «Aquí estoy otra vez».
Cuando creemos haber logrado el mayor éxito de todos, aparece otro desafío aún más grande, el cual nos invita a arriesgarnos de nuevo.
Y sí, podemos elegir quedarnos tranquilos, no hacer nada y vivir la vida como vaya saliendo, pero es ahí cuando los cambios nos obligan a saltar, como si un edificio se estuviera quemando y no nos quedara otra opción más que sobrevivir.

Así que entiendo, entiendo muy bien si quieres rendirte.
Porque quizás estás en esa posición en la que no das más, en la que ves todo oscuro, sin salida ni mejora.
Quizás ya le has pedido a Dios o a algún salvador que te muestre la forma de superar lo que estás viviendo. O quizás le has preguntado, en medio de la frustración «¿por qué a mí?»
Pero no obtienes respuesta, así que te quedas con la mente hecha un caos y el corazón destrozado, sintiendo que quizás ese camino o este mismo mundo, no es para ti.
Lo sé, en esos momentos, rendirse parece la mejor opción…
¿Y sabes qué? A veces rendirte sí es lo mejor que puedes hacer.

Así que ríndete…
Acuéstate en el suelo, si puedes, y ríndete.
Deja de luchar, de resistir y de tapar lo que sientes. Deja de fingir que todo está bien o de aguantar un dolor que luego te quemará por dentro.
Para ya de ocultar tu verdadero ser al Universo, cuando no hay nada ni nadie que te conozca mejor que quien te ha creado.
En la oscuridad, lo mejor que podemos hacer es dejar de ocultarnos y sacar lo que sea que tengamos por dentro.
Para mí, rendirme se ha tratado de bajar la guardia y admitir, quizás hasta a mí misma, aquello que realmente me duele y me asusta.
Y quizás no suena lindo, pero es lo más liberador que hay.
Caer al suelo, dejar de luchar, admitir que no sabes cómo superar lo que estás viviendo y simplemente llorar hasta que sacas todo lo que tienes atrapado dentro de ti.
Hasta que te enrollas en el suelo como un bebé y simplemente esperas, en tu soledad, a que algo más elevado tenga compasión de ti.
Y no porque seas una víctima ni nada por el estilo, sino porque simplemente has admitido que no puedes solo, que no puedes sola.
Entonces lloras, te rindes, sacas la rabia y la frustración, y esperas a que Dios, el Universo o la vida misma te tome entre sus brazos y te acune.

Lo más impresionante de momentos así, es que, después de traspasar todo el dolor, no queda otra opción más que la calma.
Te has rendido. Has dejado que todo lo que te abruma saliera a flote. Has llorado hasta parecer un bebé, pero luego… Luego… respiras hondo, como si realmente algo más allá te estuviera insuflando aire.
Y si prestas atención en esa nueva calma, si escuchas o sientes atentamente, llegarán a ti las palabras que necesitas.
Pero no, no esperes un «haz esto o aquello. Deja el trabajo, sal de la relación, ve a este médico, paga la deuda«, o bla, bla, bla.
Esas palabras son las que espera nuestro ego, desesperado por una solución.
En cambio, después de la calma que viene con haberte rendido, sólo puedes escuchar a Dios decirte algo como:
«Sé que ha sido difícil para ti. Sé que tienes miedo, que no sabes cómo y que ya te cansaste. Pero aquí estoy contigo, no te he dejado. Aquí he estado siempre. Hasta en esos momentos en los que no me sientes, estoy a tu lado. Respira hondo y descansa. Mañana será un nuevo día. Confía en mí, porque no te he dejado».
Y no sé qué es lo que realmente pasa en momentos como ese, sólo sé que se toma un poco más la vida, la oscuridad se disipa y pareciera que podemos avanzar.
O, aunque sea, podemos ir a dormir más tranquilos.
Así que, si estás por rendirte, hazlo…
Pero sólo lo suficiente como para que te abrace la vida y, cuando te sientas en calma otra vez, puedas seguir avanzando.
Con amor, Francis.
Si deseas apoyo personalizado para transformar y potenciar tu vida, te recomiendo mis sesiones de Coaching de Mentalidad y Abundancia
Suscríbete a mi Canal de YouTube Almas Auténticas para más contenido enfocado a tu desarrollo personal